sábado, 21 de marzo de 2015

EMPIEZO

Empiezo a oler las madrugadas con su perfume de yerbas que me hacen sentir vivo, las espigas de mármol que embellecen la aurora celestial.
Despierta la lluvia, baila el viento mirando las nubes surcando el cielo, y así pasan años, días y meses, bocadillos del reloj y los recuerdos, que cobran con vejez los instantes vividos. Empieza la mañana mientras el crepúsculo duerme sobre los tejados relampagueantes al cielo, saludando a Dios y sus Ángeles. Y así memorizamos nuestras vidas, las comparsas sonoras, los bailes eróticos del destino que en pirámide se acercan cada vez, poniendo en duda nuestras facultades que contraen tantos sueños, tantas pisadas apresuradas que se marcan en falso. Y así empiezo mis rutinas, mis días de lágrimas aparejadas que se dejan acompañar por momentos que habita la felicidad y las sonrisas, que manosean los ojos atentos del murmulloso tiempo.
Pasa la tarde y sin embargo, continua la marcha hacia un mausoleo que espera por tus huesos pecadores. Y así es mi laberinto, aveces se parece al tuyo, a la enfermiza extremidad de gustarnos otro ser humano y amar, amar con lentitud y rapidez, besar de paso, besar el alma sin tocar pieles erguidas, ni labios hambrientos de nuevos besos tan afrodisiacos como un veneno que sabe a manjar.
Y empiezo a evaporarme en beso, a perderme en la oscuridad de una espina, que se clava en mi Luna, curtiendo mi cuerpo con la transparencia del olvido, al compás de de una prohibición cualquiera que ata a la ternura de convivir con un dragón enfurecido y sus viles esperanzas de dormir mis sueños.

Empiezo a oler la esencia de tus besos, la trinchera de mariposas al pensarte, y empiezo a oler otra mañana que solo me cuenta que estoy mas viejo que ayer.

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