QUE NADIE ME DESPIERTE

Nadie que me despierte, nadie venga a remover mis sueños con la crueldad de las sorpresas. Nadie mata fantasmas, ni distribuye sueños entre los desgraciados insomnes del planeta. Busque pastillas y cigarrillos, ahora, ahora quiero dormir, sin pensar en las miserias matutinas ni el temor de las plegarias nocturnas. Ahora quiero dormir, lavar mis vestiduras en las lágrimas, perseguir sueños por las esquinas, despojar de miedos los amores, poner en huelga los bailes banales que duermen en banquetas oxidadas. Ahora quiero dormir, frente a tus playas de bronce, con tu música candente, quiero extrañar estar despierto, quiero dormir, como duerme un muerto. Y hablo con los espantos que pretenden invadir los corazones, hablo con la insólita historia de mis días opacos, y hasta quizá niegue mi hambre de caricias, mi iluminación por despertar con un beso, un beso justo a tiempo, un beso de tus labios rojos. Ahora quiero dormir, hablar con Dios y no despertar, ahora quiero invocar las esperanzas que se esfuman en las humaredas sin fe, por las lluviosas ventanas del desprecio y el rencor que presagian el sacrifico de los sueños. Ahora quiero dormir, depositar mis sueños en el ocaso, marcar el horizonte con lápidas funerales, festejar con el incienso que proclama días venideros, llenos de más sueños. Que nadie me despierte. Yo solo quiero dormir.