1
–No te muevas hijo de puta.
Fueron las primeras palabras que
resonaron dentro de la habitación de Alejandro, que placidamente descansaba
junto a su esposa aquella mañana de Marzo.
–Ahi qudate, si te moves disparo– decía
el allanador que frente a el sostenía un pistola. Cubierto con un gorro
pasamontañas que dejaba ver nada mas el orificio de los ojos.
–Por favor no nos hagas daño. Dinos que
es lo que necesitas y te lo daremos– Alejando ofrecía sus suplicas hacia aquel
desventurado hombre que acechaba de buena mañana en su humilde hogar.
–No quiero nada, vengo por vos y nada
mas. Parate y Salis. Ponete las manos donde las vea,no quiero gritos ni nada, callada
vieja puta, porque si pasa también te vas vos y tus hijos con pinta– El agresor
daba las ordenes a salir de la habitación, no hacer ruido y entrar en el
vehículo 4x4 que esperaba frente a la casa.
–Si llamas a la policía te mato–
Sentencio a Martina el secuestrado, al mismo momento que Alejandro era ingresado
brutalmente a la camioneta.
Dos disparos al aire y un rechinido de
llanta fue lo ultimo que escucho Martina.
2
Gloria se levanto a las 06:10 am, veinte minutos mas tarde de lo habitual.
Componiendose el pelo con una cola, y después de lavarse los dientes se dirigió
a la cocina para prepararle un sandwich para la refacción de Nicolás.
–Hijo, levantate papito, tenes que ir a la
escuela.
–Hay mami, cinco minutos mas por favor.
–No. Ni cinco ni medio, levantate y te
bañas rápido, van a ser las siete. ¿no te da vergüenza de llegar tarde
siempre? –Impuso sus leyes frente al
muchacho que siempre renegaba al levantarse temprano, y también peleaba para
que lo dejaran dormir tarde.
–Nicolas arriba por favor. No te voy a hablar
mas. Rapido– Grito la mujer desde adentro de la cocina al momento que su
teléfono celular empezo a vibrar dentro de la bolsa de su pantalón.
–Hola Martina, que bueno que me llamas. ¿Como estas?
–¡Gloria! ¡Gloria!– Descosconsolada la mujer
grito, al momento que Gloria daba tremendo brinco al escuchar los gritos.
Inmediatamente interrumpió las palabras y muy asustada la interrogo.
–¿Que paso? ¿Martina que pasa? Sea lo que sea
tranquilizate, trata de calmar el llanto y explicame que tienes. Me preocupas.
Al menos dime que estas bien, no me asustes mujer.
–Gloria, Gloria.
–Si, decime que paso– interrumpió Gloria
nuevamente mientras agudizaba el oído para poder decifrar el ruido que se
escuchaba de fondo. No sabia si era el llanto de unos niños o algún automovil
acelerado.
–Alejandro. Se llevaron al Alejandro–
prolongo el llanto mientras el teléfono le anuncio tener la batería agotada.
–Alo. Alooo. ¿Martina? Martina que pasa,
hablame– observo la pantalla del móvil y se había finalizado la conexión.
3
La camioneta se dirigía por el bulevar
los Proceres, a mas de 120kph. Dentro iba Alejandro y cuatro tripulantes mas. Iba
sudado, con la cabeza dentro de una bolsa plastica y las manos atadas hacia
atras con una delgada pita de nylon. No sabia para donde lo llevaban, tampo
porque lo habia ido a sacar de su casa en esas condiciones. Imploraba por su
vida, y las lágrimas le surcaban el rostro.
–Socala Disky que nos puede estar
venadeando la tira, seguro que la vieja culera les llamo y tengan la
descripcion de la ranfla– Sugirio el maleante que siempre daba las ordenes,
hablaba por telefono y el mismo que tambien le dijo a Alejandro que pronto
seria un cadáver. Seguramente era el jefe de la operación.
–Simón mi Disky, metale el caite, de
todas formas no perdemos nada, las placas no son de esta nave, y la nave
tampoco es de nosotros. Así que usted soquela que no es su hermana.
–Como
usted ordene capitán, aquí cumplo ordenes –Fueron esas las primeras palabras
que exclamaba el chofer al momento en que dejaba caerle mas peso del pie
derecho sobre el acelerador de la camioneta.
–¿A sonde me llevan?– Se atrevío a
preguntar alejando. Aun no terminaba de hacer la interrogante cuando la cacha
de la pistola se estrello en su cabeza.
–Te
dije que te quería callado man. Además, aquí las preguntas lo haré yo, sera
fácil y nos llevaremos bien. Pregunta hecha, pregunta respondida. ¿Te quedo claro?–
La prepotencia reinaba en ese momento, y Alejandro no era mas que una marioneta
que obedece las ordenes de un criminal desconocido. como pudo movió la cabeza
en señal de información mientras sentía que por sus mejillas se derramaba algo
tibio.
–Flaco. Pasame un cigarro– Ordeno el
supuesto jefe. O era lo que Alejandro creía de el.
–Sobres,
ahí te llega. Llega también el fire –EL hombre encendió el cigarro y dejo soltar
una bocanada de humo que sonó mas a alivio de penas que a relajamiento.
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