sábado, 7 de febrero de 2015

Primeras dos paginas de DOS SOLEDADES

Trascurría el año 2,006, era exactamente el mes de febrero, se aproximaba la fiesta de semana santa y toda la gente del pueblo se entusiasmaba con la celebración de las fechas: la tradición de hacer panes, tamales de carne y por supuesto no podía perderse el dulce de garbanzo y el chilacayote. Todo eso se percibía en ese bello pueblo, que esta Surcado por el viento del sur, situándose más allá del vasto horizonte, cubierto por verdes montañas, apiladas en fila como si guardasen los sueños de cada habitante, entre la azul quebrada de cielo que infla nubes sobre el campo y la belleza de sus ríos que se estiran horizontalmente hacia las playas del sur occidente.
Ahí se destapa el cielo cada amanecer, ese manto celeste que derrama la lluvia, cuajando de flores los campos de maíz, sonríe el sol a las almas felices del lugar, a cada risa y cada paso de mujer que se dirige por el polvoriento camino con desquebrajadas piedras a su paso hacia el molino a moler el nixtamal, mientras en los rayos de sol ceden los cerrojos del paraíso, para embellecer las montañas, si estás ahí, estas en el mejor momento de alcanzar la paz.
Es Nuevo Progreso, un pequeño poblado que se esconde bajo el marco del horizonte occidental, con vastos campos de maíz, huleras, y era ahí en una choza pobre, de muy mal gusto, formada de cuatro horcones rústicos de laurel y forrada con costillas de corteza de árbol de guachipilin, tenia el piso de tierra y el techo era de viejas y oxidadas laminas que demostraban el paso de los años en el color café que demostraban a simple vista, afuera en el jardín donde daba una puerta pintada con cal que se atrancaba con una macana de caulote, que servía de pasador,junto a la puerta una repisa pequeña con unas sucias y polvorientas imagenes del Cristo Negro, la Virgen de Guadalupe, (la patrona del pueblo) había ahí a la salida solo unas cuantas macetas de flores moribundas, calzadas en botes de lamina ya viejos y pintados con cal, dos geranios, una quinceañera y unas bugambilias que se trepaban como serpiente sobre el árbol de pimiento que habia en el patio, era ahí la dulce y humilde morada donde vivía Guadalupe, una mujer de buena apariencia, de voz resonante y su cabello era castaño, y daba la apariencia de hilos de oro cuando se posaba bajo el sol, era madre soltera, que por cosas del destino no conseguía que alguien quisiese casarse con ella. Guadalupe, de 43 años para ese entonces tenía un hijo.
Fernando.
A sus ojos el más lindo de los hombres, cejas pobladas, labios gruesos, ojos color miel, un cuerpo musculoso, alto, delgado, muy atractivo. Ella sentía que en esos grandes ojos se reflejaba el mar en el crepúsculo.
Creía verse en ellos, como la luna se observa en los riachuelos sucios del lugar, cuando se peina por las noches observándose en las aguas lechosas de los arroyos.
 Guadalupe trabajaba muy duro cada día, lavando ropa de los vecinos, haciendo mandados o lo que fuese posible por obtener una recompensa que constituyera su pago y así poder darle a su hijo una oportunidad en la vida y verle sonreír flácidamente. Nada mas puede darle placer a una madre, que ver a su hijo sonreír y sentirse libre, pensaba Guadalupe mientras contemplaba el rostro de su hijo resplandeciente como diamante luminoso que posa a la claridad y es traspasado por la luz iluminante de un rayo de luz.
Luchaba contra todo, se esforzaba únicamente por su hijo, para que el muchacho que le había cambiado la vida se sintiera como el rey de la casa, el hombre de su vida. Mi hombre decía, mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa cálida que deformaba su liso rostro.
Guadalupe era una mujer guerrera, llena de ilaciones y sueños por cumplir y  que en su corazón llevaba el amor putrefacto hacia un tipo cobarde, nada mas que un canalla, idiota, estúpido, poco hombre, que la abandono con tan solo tres meses del embarazo de Fernandito, y luego desapareció, como si fuese arte de magia o la tierra tragara humanos, se perdió el desgraciado como todo pedazo de mierda que no es mas limpio de conciencia que un mosquitero lleno de cadáveres mutantes apestosos.
 Pero sobre todo supo sobrellevar la situación y se aferro a encontrar la forma de sobrevivir en esta nueva etapa que comenzaba a vivir, aunque se tornaba un tanto complicada por el sentido de estar sola. Un loco pensamiento llego a su mente, y pensó que sería un poco simple encontrarse un enamorado, que la quisiera y supiera aceptarla con la otra parte de ella que seria su hijo, mas sin embargo los muchachos del pueblo solo se interesaban en pasar un rato de diversión, y nada serio, mucho menos con ella que ya pronto seria una madre, estaba viviendo los tiempos en que el maíz estaba caro y solo ir al mandado salia mas favorable que tener la presión de mantener a una mujer, y no solo eso, sino la responsabilidad para siempre que se tiene al ser esposo, ese era el contra viento que tenia Guadalupe, porque ella quería formar un hogar, ser una esposa, aunque no fuera una boda a toda pompa si quería casarse, aunque sea que la bendijera el padre de la iglesia, con eso me basta, pensaba.

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YO TENIA

Yo tenía los sueños trotando difuntos Inventando miradas, silvando elefantes Yo tenía una musa sin nombre, ni sueños fundados Tenía la mente...