Trascurría el año 2,006, era
exactamente el mes de febrero, se aproximaba la fiesta de semana santa y toda
la gente del pueblo se entusiasmaba con la celebración de las fechas: la
tradición de hacer panes, tamales de carne y por supuesto no podía perderse el
dulce de garbanzo y el chilacayote. Todo eso se percibía en ese bello pueblo,
que esta Surcado por el viento del sur, situándose más allá del vasto
horizonte, cubierto por verdes montañas, apiladas en fila como si guardasen los
sueños de cada habitante, entre la azul quebrada de cielo que infla nubes sobre
el campo y la belleza de sus ríos que se estiran horizontalmente hacia las
playas del sur occidente.
Ahí se destapa el cielo cada
amanecer, ese manto celeste que derrama la lluvia, cuajando de flores los
campos de maíz, sonríe el sol a las almas felices del lugar, a cada risa y cada
paso de mujer que se dirige por el polvoriento camino con desquebrajadas
piedras a su paso hacia el molino a moler el nixtamal, mientras en los rayos de sol ceden los
cerrojos del paraíso, para embellecer las montañas, si estás ahí, estas en el
mejor momento de alcanzar la paz.
Es Nuevo Progreso, un pequeño poblado
que se esconde bajo el marco del horizonte occidental, con vastos campos de
maíz, huleras, y era ahí en una choza pobre, de muy mal gusto, formada de
cuatro horcones rústicos de laurel y forrada con costillas de corteza de árbol
de guachipilin, tenia el piso de tierra y el techo era de viejas y oxidadas
laminas que demostraban el paso de los años en el color café que demostraban a
simple vista, afuera en el jardín donde daba una puerta pintada con cal que se
atrancaba con una macana de caulote, que servía de pasador,junto a la puerta una
repisa pequeña con unas sucias y polvorientas imagenes del Cristo Negro, la
Virgen de Guadalupe, (la patrona del pueblo) había ahí a la salida solo unas
cuantas macetas de flores moribundas, calzadas en botes de lamina ya viejos y
pintados con cal, dos geranios, una quinceañera y unas bugambilias que se
trepaban como serpiente sobre el árbol de pimiento que habia en el patio, era
ahí la dulce y humilde morada donde vivía Guadalupe, una mujer de buena
apariencia, de voz resonante y su cabello era castaño, y daba la apariencia de
hilos de oro cuando se posaba bajo el sol, era madre soltera, que por cosas del
destino no conseguía que alguien quisiese casarse con ella. Guadalupe, de 43
años para ese entonces tenía un hijo.
Fernando.
A sus ojos el más lindo de los
hombres, cejas pobladas, labios gruesos, ojos color miel, un cuerpo musculoso,
alto, delgado, muy atractivo. Ella sentía que en esos grandes ojos se reflejaba
el mar en el crepúsculo.
Creía verse en ellos, como la luna se
observa en los riachuelos sucios del lugar, cuando se peina por las noches
observándose en las aguas lechosas de los arroyos.
Guadalupe trabajaba muy duro cada día, lavando
ropa de los vecinos, haciendo mandados o lo que fuese posible por obtener una
recompensa que constituyera su pago y así poder darle a su hijo una oportunidad
en la vida y verle sonreír flácidamente. Nada mas puede darle placer a una
madre, que ver a su hijo sonreír y sentirse libre, pensaba Guadalupe mientras
contemplaba el rostro de su hijo resplandeciente como diamante luminoso que
posa a la claridad y es traspasado por la luz iluminante de un rayo de luz.
Luchaba contra todo, se esforzaba
únicamente por su hijo, para que el muchacho que le había cambiado la vida se
sintiera como el rey de la casa, el hombre de su vida. Mi hombre decía,
mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa cálida que deformaba su liso
rostro.
Guadalupe era una mujer guerrera,
llena de ilaciones y sueños por cumplir y que en su corazón llevaba el amor putrefacto
hacia un tipo cobarde, nada mas que un canalla, idiota, estúpido, poco hombre,
que la abandono con tan solo tres meses del embarazo de Fernandito, y luego
desapareció, como si fuese arte de magia o la tierra tragara humanos, se perdió
el desgraciado como todo pedazo de mierda que no es mas limpio de conciencia
que un mosquitero lleno de cadáveres mutantes apestosos.
Pero sobre todo supo sobrellevar la situación
y se aferro a encontrar la forma de sobrevivir en esta nueva etapa que
comenzaba a vivir, aunque se tornaba un tanto complicada por el sentido de
estar sola. Un loco pensamiento llego a su mente, y pensó que sería un poco
simple encontrarse un enamorado, que la quisiera y supiera aceptarla con la
otra parte de ella que seria su hijo, mas sin embargo los muchachos del pueblo
solo se interesaban en pasar un rato de diversión, y nada serio, mucho menos
con ella que ya pronto seria una madre, estaba viviendo los tiempos en que el
maíz estaba caro y solo ir al mandado salia mas favorable que tener la presión
de mantener a una mujer, y no solo eso, sino la responsabilidad para siempre que
se tiene al ser esposo, ese era el contra viento que tenia Guadalupe, porque
ella quería formar un hogar, ser una esposa, aunque no fuera una boda a toda
pompa si quería casarse, aunque sea que la bendijera el padre de la iglesia,
con eso me basta, pensaba.
es hermosooooo!!!
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